Inflación e innovación tecnológica. La creatividad y la innovación son deflacionistas – Anticipando la crisis desde el TDC

1.3.- INFLACION E INNOVACION TECNOLOGICA. LA CREATIVIDAD Y LA INNOVACION SON DEFLACIONISTAS.

Es un error pensar que la inflación de un 1, 2, 3 ó 4% en los países desarrollados actualmente carece de importancia ya que el crecimiento del PIB también es significativo. Creo que esto es un error precisamente por el factor innovación tecnológica. Lo normal sería, en estas circunstancias, que estuviésemos en inflación negativa de varios puntos porcentuales anualmente. Quizás tales variables macroeconómicas no parezcan preocupantes, pero desde luego son susceptibles de mejorar notablemente. Quizás sí que estemos en un brote inflacionista respecto a lo que debería ser. Dado el incremento exponencial de la productividad, la inflación podría estar en valores de dos dígitos. Basta recordar que sólo la liberalización de las telecomunicaciones ha hecho disminuir precios en más de un 25%.

La nueva realidad tecnoeconómica ha reducido drásticamente el coste de almacenaje, procesamiento, transmisión y difusión de la información, y afecta al diseño, la gestión y el control de la producción y de los servicios del sistema económico en general. Todas las actividades comerciales, financieras, industriales y de servicios, incluso las agrícolas, están siendo transformadas. Los ritmos de crecimiento de la productividad real (quizás no tanto la oficial calculada sobre el PIB) se ven incentivados cuando el gasto en tecnologías de la información y telecomunicación se incrementa. Todo ello indica que, si hubiese auténtica competencia en los distintos mercados, sin rentas de monopolio u oligopolio, mientras los valores de uso de todos los bienes y servicios estarían creciendo notablemente, los valores de cambio, los precios, estarían disminuyendo de forma continuada en todos los sectores. Si se producen incrementos, algo no acaba de funcionar.

Con la conciencia clara por parte de las autoridades monetarias y de competencia mundiales de que la inflación y la inestabilidad monetarias son el mayor mal para el bienestar social y económico de las gentes, se debe intentar crear lo antes posible un colchón de estabilidad donde el comercio en el interior de las áreas monetarias comunes obedezca a factores de rentabilidad real y donde la seguridad de la propiedad, no sujeta a fluctuaciones inesperadas, facilite los intercambios voluntarios de suma positiva y posibilite que los agentes económicos se especialicen en aquellas tareas para las que mejor dotados están absoluta o comparativamente.

Entiendo, por último, que todas estas cuestiones relacionadas con la inflación y los ciclos expansivos y recesivos, además de ser materia directa de los Bancos Centrales, también deben ser vigiladas y reordenadas por las Autoridades de Defensa de la Competencia en tanto en cuanto deben éstas incidir, no sólo sobre las entidades financieras, sino también sobre todos los sectores económicos. No en vano, en situaciones difíciles, la empresarialidad desaparece y, con ella, la posibilidad de competir y la lealtad en la competencia dinámica.