HIMNO A NUESTRA SEÑORA DE LA ALMUDENA – PATRONA DE MADRID

Hoy, a cualquier hora del día y de la noche, es venerada cariñosamente por los madrileños la imagen en piedra de Nuestra Señora de la Almudena situada en los muros del complejo catedralicio.

La razón del sencillo y profundo afecto radica en que la Virgen de la Almudena está unida, desde el primer momento, a la historia cristiana de Madrid.

Según una tradición avalada por la historia, el 9 de noviembre del año 1085, se rasgó el frente de una torre en la muralla de la Puerta de la Vega y apareció aquella imagen de la Virgen que los cristianos madrileños habían ocultado tiempo atrás para defenderla cuando la invasión de los moros. Esa aparición, al final del siglo XI, era un nuevo comienzo histórico de Madrid como comunidad humana y cristiana, cuando se superaba el largo y difícil período de dominación musulmana y de pérdida de libertad, para recuperar de nuevo la propia identidad con la adhesión sin trabas a la fe en Jesucristo recibida y acogida desde siglos. Existe documentación del año 1382, en que se nombra con el título de «Almudena» a una imagen de la Virgen, a la que el pueblo de Madrid siempre había venerado con singular devoción.

La imagen actual de la Virgen de la Almudena fue coronada solemnemente el 10 de noviembre de 1948 y oficialmente declarada Patrona de la diócesis de Madrid por el papa Pablo VI el primero de julio de 1977. Estos dos actos a finales del siglo xx vuelven a suponer otro hito que marca la nueva etapa para el Madrid contemporáneo de cara al nuevo milenio: un lozano comienzo en la vida de la ciudad como «comunidad de cristianos» y «comunidad de ciudadanos».

Porque también en el Madrid de hoy, La Virgen de la Almudena preside su historia misma con intervención maternal. Es «Estrella de la mañana» para las necesidades apremiantes del hombre de nuestro tiempo que sabe tanto de luces y sombras; es «Estrella de la Evangelización» para el período actual de anuncio de Jesucristo, el único Salvador del hombre, Verdad, Vida y Camino que lleva a la conversión, a la misericordia y al perdón salvador de los pecados.

María, quien da comienzo al definitivo capítulo de la historia humana, está alentando –como hacen las madres con su sola presencia– a iluminar con la definitiva e irrenunciable luz de Jesucristo, su Hijo, las difíciles situaciones presentes. Por ello, la Virgen de la Almudena anima a buscar soluciones dignas a la hora de compartir los bienes espirituales y materiales con todos, principalmente con los más necesitados, con los más pobres de nuestra sociedad; impulsa a superar las dificultades culturales, sociales, económicas y jurídicas que, incluso a la hora de contraer matrimonio y fundar una familia, pueden crecer hasta el punto de parecer a veces insuperables; alerta sobre el oscurecimiento que lleva consigo el tristísimo y terrible drama del aborto, signo inequívoco de la mayor aberración despreciativa de la dignidad del ser humano, como exponente de una cultura de muerte; enseña caridad a la sociedad madrileña que cuenta con la creciente presencia de inmigrantes llegados sin definición de sus vidas, pero con la esperanza de conseguir una mejora material que les facilite el desarrollo de sus capacidades; da impulso a la búsqueda de iniciativas tanto para aliviar el amplio y complicado mundo de la marginación, como para no olvidar a los numerosos jóvenes sin un rumbo digno de la persona humana, ni a los cada vez más frecuentes adolescentes y niños que crecen al margen de los valores humanos con desconocimiento de su Hijo Salvador.

Es «Causa nostrae laetitiae» –«Causa de nuestra alegría»– para todos los que viven apasionados por el Evangelio. Estos son muchos y de todas las edades: Son los que van recorriendo la vida con la mirada puesta en Jesucristo; los que tienen encendida la esperanza, y saben volcarse en alabanzas a María «orgullo de nuestra raza»; los que aprenden de ella día a día la incondicional decisión de querer la voluntad y la Palabra del Señor, con un corazón abierto al amor del Padre; los que saben entonar el «Magnificat», canto que puede tararear todo aquel que, arrepentido de sus pecados y consciente de su miseria, se deje buscar, encontrar y amar totalmente por Dios.

Ella –Nuestra Señora de la Almudena– es orgullo y honor para Madrid: vehículo de la Salvación para los necesitados y desvalidos en alma o cuerpo. La catedral luce hoy las mejores galas para acompañar a la devoción y amor de los madrileños.

Se hace preciso retomar a la Señora del pie de la cruz para llevarla «a casa»; que allí y desde allí será siempre «Consuelo de los afligidos», «Salud de los enfermos»«Refugio de los pecadores», «Reina de la paz».

Es preciso mirar aún más a María. Más, cuando hay muchos que han perdido la fe y viven como si Dios no existiera. Su asiduo trato y devoción es necesario para hacer presente la verdad, la vida y la fuerza transformadora del Evangelio en todos los ámbitos y estructuras de la sociedad y del mundo.

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ÉCONOMIE ET ​​ÉCOLOGIE HUMAINE

Pour reconduire les problèmes écologiques vers des situations plus pratiques, la science et la technique modernes, de plus en plus fécondes, offrent des nombreuses solutions et alternatives faisables. Mais tout ce bagage de résolutions est face à un mur, difficilement surmontable, créé par l’inertie des coutumes humaines qui, éblouies par le mirage du «homo économicus», jouisseur à court terme, se autonourrit et se régénère dans son procès quasi-mécanique vers une consommation matérielle de plus en plus instantanée, éphémère et variable. L’économie de marché elle-même est neutre par rapport aux objectives. Les directrices sont marquées par des acteurs avec une liberté personnelle. Un tel système de libre échange multiséculaire oriente automatiquement les ressources productives vers l’augmentation des flux de biens et des services de grande demande. Mais les personnes qui prennent des décisions dans ce réseau sont ceux qui doivent préciser, avec du sens commun, ces flux et leur réordination.

La solution des problèmes environnementaux n’est pas seulement un problème technique, mais surtout un problème d’amélioration du comportement humain, et la difficulté est que les habitudes ne changent pas facilement, car il est nécessaire un haut degré de réflexion sur les objectifs ultimes et l’auto-maîtrise personnelle, familiale et sociale. Rectifier le cours mécanique des modèles de comportement massifié est de plus en plus complexe et  nécessaire  que l’apport des moyens d’amélioration technologiquement efficaces. Il est utopique de penser au succès durable dans le domaine écologique sans une transformation profonde de nos coutumes et nos idées.

Notre civilisation d’affaires et du commerce, en mythifiant l’accumulation matérielle et en donnant la priorité à la forme sur le fond, au présent sur l’avenir, au court sur le long terme; en donnant la priorité à l’éphémère sur le pérenne et au continent sur le contenu. Ce n’est pas seulement préjudiciel pour l’écosystème physique et naturel, mais pour les relations sociales désintéressées ; en plus, il vicie le contact humain en l’imprégnant d’un sens utilitaire qui vide son sens contemplatif. Cette vision contemplative serait cela qui valorise simplement l’amitié pour l’amitié, la conversation pour la conversation ou la connaissance pour la connaissance, comme les classiques aimaient faire. Pour eux, « savoir » n’était pas « pouvoir », mais simplement « savoir ». Une telle dégradation progressive des relations humaines et donc de cet «environnement humain» doit être noté comme un coût social important de comportements activistes.